El humor forma parte de nuestras vidas, las mejora. Construye y consolida las relaciones personales y profesionales, facilita la comunicación y confianza entre las partes y, empleado adecuadamente, no sólo anima cualquier reunión, sino que puede incluso derribar barreras iniciales y generar empatía.
Lo hemos comprobado de nuevo en la dura etapa de pandemia vivida, un largo año y medio que parece estamos a punto de superar. Frente al miedo, la enfermedad, y la crisis socioeconómica, el buen humor y la simpatía han sido casi la única arma para salir airoso. Una vez más, ha quedado claro que la actitud, y en especial la más optimista y simpática, es el gran valor personal que nos permite mantenernos firmes ante la adversidad.
En el mundo de la Comunicación, el humor también es un elemento diferencial que puede marcar el éxito de cualquier iniciativa. Resulta la mejor manera de acercarse y conectar con nuestro interlocutor, aportar confianza y hacerle sentir mejor. Lo hemos visto en innumerables mensajes móviles, gifs, tuits y memes que, en mayor o menor medida, nos han alegrado el día o nos han permitido afrontar nuestra labor con ánimos renovados.
Aunque se trata de un rasgo muy personal, intrínseco e intransferible, el humor también es una cualidad que se puede cultivar para encontrar mensajes que calen en la opinión pública. Una suerte de recurso creativo que se puede adaptar a la imagen de marca de un cliente, hasta convertirlo en su sello de identidad.
El humor engancha, conecta, facilita las relaciones, derriba barreras y elimina escollos, entre emisor y receptor. En pocas palabras, genera un ambiente propicio a la Comunicación, con resultados objetivos.
Para empezar, predispone a las personas a aceptar mejor las opiniones, o incluso críticas, que puedan recibir, genera empatía entre las partes y hasta compromiso o complicidad. Aunque antes se debe evaluar y definir su uso, en función de diferentes factores.
Primero, hay que marcar su valor dentro de la estrategia general de comunicación, en función de la marca o empresa que lo vaya a emplear. Se trata de alinearlo con sus valores, principios y propia identidad. En general, las empresas más nuevas e innovadoras tienen más probabilidades de utilizarlo, también por su carácter menos formal. Igualmente, el perfil de la audiencia resulta decisivo para graduarlo. No es lo mismo dirigirse a jóvenes que a un perfil más adulto, por ejemplo.
Además, conviene crear un contexto que permita introducir los mensajes que queremos trasladar, sin desvirtuarlos ni banalizarlos. Se trata de generar empatía y engagement, pero sin restar importancia al mensaje. El contexto también importa y los acontecimientos que suceden a nuestro alrededor deben ser tenidos en cuenta. Esto aporta cercanía y credibilidad al relato.
Pero conocer los límites y manejarlos es casi la tarea más delicada. La universalidad y subjetividad del humor puede ser un arma de doble filo, ya que un mismo mensaje puede ser interpretado de varias formas. Por ello, desde la empresa, se deben conocer los límites y no sobrepasarlos, para no incurrir en una crisis de reputación.
Desde luego, se debe evitar el humor discriminatorio o negativo, vejatorio y no inclusivo. Es necesario tener especial cuidado a la hora de abordar ciertos temas claves, para no herir sensibilidades. En todo caso, si consideramos que el mensaje puede dar lugar a cualquier equívoco, no debemos utilizarlo.
El humor es una herramienta que puede ser muy poderosa, pero también tiene cierto peligro. Aportar una correcta medida y múltiples puntos de vista resulta también muy recomendable, para que se convierta en un arma potente de Comunicación, pero sin implicaciones negativas de ningún tipo para la marca.
Posted by ESENCIAL