Gestión de proyectos, una cuestión de equilibrio

La gestión de proyectos es un delicado acto de equilibrio, y necesita buenas dosis de liderazgo para llevarla a cabo con éxito. Sin embargo, no solo basta con esto. Al final, poner en marcha cualquier iniciativa es una suerte de arte en la que el liderazgo, por sí mismo, no resuelve todos los problemas.

Desde la década de los ochenta, muchos especialistas en gestión corporativa han puesto todos sus conocimientos en pos de encontrar la clave para que cualquier proyecto llegue a buen ´termino. Sus conclusiones, no siempre coincidentes, sí que han permitido identificar una base sólida sustentada en tres pilares fundamentales; liderazgo, cultura corporativa y método. Elementos esenciales de cualquier fórmula de éxito, pero en dosis bien equilibradas

El liderazgo, bien entendido, es algo positivo, claro. Hace grupo, aumenta la autoestima, nos ayuda a mejorar, es honesto, claro e inspirador. Como tiene publicado el profesor de dirección de personas del IESE, José Ramón Pin, “un jefe es esencial en el desarrollo profesional de sus colaboradores. En particular, el primer o primeros superiores jerárquicos, son los que marcan el itinerario profesional del trabajador”. Pero, si ese carisma no está respaldado por un know-how que nos permita realizar cosas, el jefe del proyecto no recibirá más que comentarios complacientes de sus subordinados y, al final, el proyecto se resentirá.

En cambio, los grandes líderes son conocedores de los procesos y herramientas disponibles y hacen buen uso de ellos, para obtener la información necesaria y lograr el cierre con éxito de cada hito de un proyecto.

Aunque la autora americana, Marianne Williamson, aseguró en uno de sus libros que “el carisma es un brillo que el dinero no puede comprar. Es una energía invisible, con efectos visibles”, sin embargo, el conocimiento de las técnicas y procedimientos que deben guiar al equipo también son imprescindibles, para que esa chispa no pierda su brillo rápidamente.

No sólo método

El exceso de método, sin embargo, tampoco es bueno, advierten los estudiosos del management. Y vemos muchas veces en la gestión de proyectos demasiado respeto y admiración por el sistema de trabajo. Por desgracia, se ha impuesto en muchas organizaciones durante los últimos 15 años y muchos siguen empeñados en llevar este componente al Olimpo de los dioses, en cuanto a gestión de grupos se refiere.

Y algo parecido está ocurriendo con la actual tendencia “Agile”. Se cree ahora que aplicar principios ágiles a cualquier proyecto, consigue el éxito siempre. Lo cual es simplemente un error, como han constatado especialistas en la materia. Sobre todo, porque no hay evidencia que lo respalde.

Para ser justos con los que venden estos métodos, su simple aplicación no garantiza nada. Al final, “un tonto con una herramienta sigue siendo un tonto”, como ya dejó dicho Ron Weinstein. Y muchas veces nos encontramos con jefes de proyecto más interesados ​​en la estructura de las plantillas que en la personalidad de su gente.

La aplicación de los métodos, procesos y técnicas requiere de la mano experta de un buen líder. Aquel que entiende cómo debe (y no debe) ser aplicado a un proyecto. Aquél que conoce la terminología que se utiliza, dentro de la cultura de la organización. Que sabe la técnica o proceso a aplicar en cada situación. Es la persona que entiende cuándo no hablar y cuándo se requiere brevedad y sencillez.

A lo largo del tiempo, se han ido perfilando las cualidades del buen líder. Como ha resumido el experto Enrique Miguel Sánchez Motos, en su trabajo “”Organizaciones de calidad, organizaciones de éxito”, en cierta época, se proponía poner el énfasis de la gestión en unos aspectos; y posteriormente se sugerían otros. Así, Fred Taylor subrayó la importancia de centrarse en la revisión de los procesos de producción; otros, como Münsterberg, , enfatizaron la importancia de que el directivo fuera un buen psicólogo que supiera motivar a cada empleado y para crear un ambiente adecuado; otros, como Elton Mayo proclamaron que lo más importante era crear un clima de buenas relaciones humanas dentro de la empresa

El exceso de cultura

Lo cierto es que, por extraño que parezca, el exceso de cultura corporativa también puede ser una losa. En algunos casos, advierten los especialistas, nada atrae más a un equipo que un mal director de proyecto. La cultura se forma de la desafección compartida o de la falta de respeto por la misma persona que, se supone, debe ser el constructor del equipo.

En estos casos, el equipo comienza a trabajar en torno a un gerente o compañero de anteriores aventuras. Esa camaradería es una gran base para la cultura del proyecto, pero lo que funcionó antes no siempre funcionará otra vez. Es un error suponer que el equipo puede volver a utilizar los mismos métodos, independientemente del proyecto y la persona que lo conduce.

Una gran dirección de proyectos no se improvisa ni es producto de un accidente. Requiere tiempo, esfuerzo, superar errores, trabajar en equipo y estar dispuesto a asumir el cambio. Se pueden tener 18 años, u 80, y no dejar nunca de evolucionar y mejorar. Conseguir el equilibrio adecuado es la clave del éxito.

Posted by Esencial Marketing

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